EL CUBO

Donde todo ocurre y todo cambia

La música suena con fuerza en el aire, me rodea y abraza a través de un sinfín de colores de todas las
gamas imaginables. Rodean mi cuerpo y mi entorno, los toco y los siento, me comunican su energía a
través de su frecuencia y se complementan con las melodías que danzan sin cesar; entremezclando
tonalidades de música y color, volviéndose uno por instantes y entes completamente diferentes en
otros. Mi mente confundida se deja llevar por el flujo presente y no cuestiona lo que sucede alrededor.
Baila con tranquilidad y se sumerge en el trance que produce el sonido al pasar por mis oídos.

La fina y delgada línea entre la cordura y la desesperación parece desvanecerse con cada segundo que
transcurría, la mente funcionando a mil revoluciones por hora aún no era capaz de asimilar magno
espectáculo, captando las imágenes de forma rápida y absorbiendo todos los estímulos posibles,
procesando y procesando, sin detenerse ni tan solo un segundo a entender que era lo que realmente
sucedía alrededor. Las sinapsis se volvieron incontables, inmedibles, un vaivén de espasmos eléctricos
que se extendían por todo el cuerpo físico y aletargaban el movimiento ante las fuertes vibraciones que
recorrían todo el entorno y envolvían cada fibra del cuerpo material con fuerza tal, que toda la materia
se estremecía con agresividad ante la sobreestimulación sensorial de aquel lugar. Impávido, no hubo
más opción que aceptar la posición, fluir, y aceptar la oleada energética que se hacía presente con
fuerza, como un torbellino sinérgico con el universo y el todo, abriendo la percepción a un mundo
nuevo; más claro y en armonía.
Respirar hondo y dejar ir el miedo.
En la respiración está la clave, repetía esa frase constantemente, con ingenuo compromiso, esperando
encontrar una respuesta clara o al menos una luz de entendimiento. Un enfoque diferente, tal vez una
mayor noción de lo que sucedía, una aclaración de las energías que rondaban a mi alrededor. No sé
cuánto tiempo permanecí ahí, ni durante cuánto estuve en aquel trance. Las horas se volvieron
interminables, cada segundo se camuflaba con los latidos de mi corazón y la frecuencia del ambiente
resonaba con fuerza en mi espíritu, fragilizando la percepción, nublando el juicio y volatilizando la
materia. El entendimiento del tiempo desapareció, era otro mundo, definitivamente. Los trazos de
realidad se fusionaban en el espacio tiempo de forma sinuosa y difusa, los limites no existían y todo lo
que permanecía dentro perdía toda noción de materialidad y semejanza con la realidad conocida.
Respirar, escuchar y sentir.
A cada instante, la sensación de incertidumbre y sorpresa se fue desvaneciendo, mi corazón palpitaba
más lento a cada segundo, casi como volviendo de un largo trance en el que el largo dormir y la falta de
movimiento se hacía presente y dejaba rastros fácilmente identificables en el cuerpo físico y mi
consciencia. La conjunción del ser, algo distante en ese momento, se entremezclaba con el todo,
dejando entrar todo lo positivo y adecuando la percepción en nuevas frecuencias y entendimientos
realmente trascendentales en el plano en el que estamos o, mejor dicho, creemos estar. Me permití ver
más allá, idealizar con la mirada un punto hacia donde avanzar y enfocar las energías; entendí el
propósito de existir, miré con una nueva percepción el entorno y lo dejé actuar sobre mí.
La vida está compuesta de un sinnúmero de experiencias, todas ellas parten de un viaje mayor que se
entrelaza y entremezcla con la realidad más próxima que alcanzamos a percibir y experimentar. Todo
está ahí por algo y todo tiene su función específica en tu vida y en la de los demás. El color está en todo,
va en como tú lo mires y observes. Depende de ti aceptar la frecuencia del universo, extender tus
horizontes y abrazar el todo con sabiduría y apertura consciente de la mente, la conciencia y el cuerpo.
Permite que la energía te rodee e inunde, deja fluir la sincronicidad a través de ti, acepta, y aprende, de
todo lo que acontece alrededor y no dejes jamás espacio a la duda y a la desconfianza.
Siente, expresa y continúa.
La proyección de tu universo se expresa en tu entorno, se refleja alrededor y se comunica contigo, no
acalles las voces de la conciencia, observa con templanza y adquiere todos los conocimientos que están
ahí para ti, disponibles para tu desarrollo y tu crecimiento más integral como ser infinito y constante.
Universal.