Inmersión, realidad, proyección
Una imagen clara se avecina en la mente y se agolpa con violencia y decisión al frente del enfoque más
próximo a nuestro sentir. La vibración estacionaria ya no es parte de esa simbología y, al parecer, la
transversalidad del sentimiento es un hecho. Reconocible e identificable, la intención se condice con el
movimiento, energiza la percepción y agudiza los sentidos frente al llamado intrínseco del alma y la
consciencia, trabajando juntos, al unísono, por permitir dar un paso más en el recorrido infinito que la
vida tiene preparada para sí. Todo es parte de una gran onda interminable que nos carga a través de su
extenso recorrido y nos mece en su armónica perfección en la que todos somos uno y uno, somos todo.
La locura se vuelve parte del diario vivir, ilumina todo alrededor y pinta de colores el otrora difuso
panorama experimentado y vivenciado, pero no completamente asumible. Es un trabajo constante, que
se sustenta en la conexión que se enlaza entre lo más interno de nuestro ser y el accionar más externo;
sin embargo, la misma idea de entender lo que sentimos y queremos parte desde la humildad necesaria
para escuchar, comprender y actuar en base al sentido más primitivo, esencial, que está en cada uno.
Aquel que se vuelve decisivo al momento de optar por uno y comprender que todo está en su lugar por
un motivo en especifico y que todo aquello que deba manifestarse lo hará en su debido momento.
La mente no actúa de manera azarosa, la intencionalidad nace desde la madurez natural; la percepción
se modifica al crecer y cada aspecto transformable de la vida y el entorno guarda esa capacidad en su
interior, facilitando el desenvolvimiento en tranquilidad y armonía en cada situación posible y
permitiendo al cuerpo desarrollar su voluntad en base a los impulsos que reciba sin titubeos ni
cavilaciones. Porque la visualización más certera es la que ocurre desde el pensamiento claro y agudo,
en sintonía con el interior y con el regocijo interno producido por el instinto y el corazón, aunados en
una sola materialidad, energética y clave en la composición vibracional de nuestra energía condensada
en el entorno y que traslada y mueve el espectro de alcance de una idea, un sentimiento.
En ese espectro vibracional todo es posible, cada expresión tiene su significado nato y preciso. Todo
fluye hacia el punto sin retorno en el que cada variable converge y canaliza la intencionalidad interna y
externa, visualiza y logra; siente, piensa y realiza. En el flujo universal de la mente y la conciencia hay
cabida para todo lo que seamos capaces de imaginar, cada aspecto es moldeable a nuestro parecer,
todo guarda la capacidad de derrumbarse y armarse de formas inimaginables y no concebibles a simple
vista, ni en primera instancia, por la estructuración establecida en la que estamos sometidos desde que
nacemos. Un molde multidireccional sin fin que acepta todo aquello que ingrese en él, sin espacio a la
duda, remordimiento ni la perdida. Una oportunidad de entregar todo lo que deseemos para nosotros,
de forma reciproca y constante. Estableciendo el camino primordial a seguir, alimentando la realidad
mediante la intención, otorgando la fuerza y energía a un equilibrio invisible, sincrónico con la totalidad
del ser y todo lo que la mente ose depositar en su interior.
La mecanización programada evita que logremos la conexión primordial con los planos que componen la
realidad más próxima, entendida como aquello que podemos sentir, ver y tocar. Una expresión de
nuestros sentidos y sensaciones, de lo que realmente queremos para nuestro desarrollo personal y
sentimos como correcto y beneficioso para la vida que llevamos y experimentamos en cada respiro.
La mente es infinita, permítete vagar entre sus fronteras inciertas, desenmaraña los misterios que
guarda para ti y aprovecha la energía que expeles con tu sentir. Modifica y transforma todo a tu
alrededor, conéctate con lo mas alto y lo más profundo, deja fluir la intencionalidad con libertad por
cada parte de tu cuerpo y rincón de tu consciencia. Permite al universo obrar desde tu construcción e
intención, entrena tu percepción, usa tus capacidades y afloja el candado que sin darte cuenta has
puesto entre tu alma y la puerta que abre los confines del desarrollo espiritual y personal.
No hay límites determinados; siente y comprende; escucha el flujo de vida que desborda tu ser y clama
por expansión, rompe los parámetros establecidos y deja que el universo se comunique a través de ti.
Todo está bien y siempre lo estará, recorre sin dudas ni miedos, manifiesta tus deseos y reordena tus
prioridades e intenciones hacia los nuevos inicios y finales; el fuego nace desde tu interior, deja que arda
sin control y alcance los límites de una realidad que aún no somos capaces de entender ni asimilar.